Como ya es tradición en cada carrera, la Fórmula E publicó los detalles estadísticos de la carrera disputada en Roma, junto a los pilotos más rápidos y aquellos que remontaron mayor número de lugares.
Durante la contienda, Sergio Sette Camara y Stofel Vandoorne se llevaron el “ABB Driver Of”. El primero ganó 13 lugares en la Carrera 1, abriéndose camino luego del choque en cadena a mitad de trazado que eliminó a varios oponentes, mientras que Vandoorne subió 10 casillas en un domingo dramático.
Así es como los respectivos ascensos de los pilotos de NIO 333 y DS PENSKE encajan en dos de las rondas más emocionantes del Campeonato Mundial de Fórmula E ABB FIA que se han visto en la temporada 9, a medida que aumenta la emoción en el momento cumbre.
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Evans voló en la primera jornada
Mitch Evans (Jaguar TCS Racing) ganó la Ronda 13 en el estilo clásico que hemos visto tan a menudo en los autos Jaguar y Porsche en GEN3 hasta ahora.
Se mantuvo a la cabeza en todo momento, nunca cayó por debajo del tercero, y usó su energía con moderación en la primera mitad antes de elegir el momento adecuado para saltar y convertir su ventaja de energía y posición en la pista en un obstáculo insuperable para los que estaban detrás.
En una accidentada carrera, después de la bandera roja y el reinicio, Evans usaba constantemente menos energía que sus rivales inmediatos Sacha Fenestraz (Nissan) y Jake Dennis (Avalanche Andretti).
El Nissan de Fenestraz usó un porcentaje completo más de energía que el Jaguar de Evans en una sola vuelta antes de la frenada por el incidente, cuando el franco-argentino trepó más allá de los Jaguars y asaltó el liderato.
Para cuando Evans logró la primera posición en la vuelta 18, había seguido a Fenestraz y luego a Dennis durante todas las vueltas del E-Prix, excepto dos, y la diferencia con Fenestraz era asombrosa: Evans estaba un 4% mejor e incluso Dennis estaba un 2,7% mejor, ya que el piloto de Nissan se vio obligado a consumir en exceso en un intento por mantenerse con el par.
El déficit de energía gradual, que se debió en parte a la eficiencia del tren motriz, pero que se exacerbó por liderar gran parte de la carrera, marcó la caída inevitable de la apuesta por la victoria de Fenestraz.