Sergei Brin, cofundador de Google y octava persona más rica del mundo, está acelerando el despegue de su nuevo gran proyecto: la aeronave más grande del planeta.
Según información publicada por El Confidencial, la compañía de Brin, “LTA”, está ultimando su primer dirigible de última generación, el Pathfinder 1. Esta primera versión no será la más grande ni más potente, sino un primer prototipo fabricado para probar algunas de las tecnologías que el equipo está desarrollando.
El Pathfinder 1 tendrá una longitud aproximada de 72 metros y usará baterías convencionales, así como 12 motores eléctricos para llevar a 14 pasajeros. Los planes de Brin van mucho más allá del dirigible, que terminará pareciendo una nave de juguete al lado de su versión final.
El objetivo de Brin es crear la máquina voladora más grande del mundo con una longitud de unos 198 metros. Esto sería más del doble que el avión que posee el récord actual, el Antonov An-225 Mriya de 84 metros y el dirigible HAV Airlander 10 (92 metros).
Pero, además de este tamaño titánico, solo por debajo de los 245 metros del histórico Hindenburg, LTA quiere que su aeronave tenga el generador eléctrico volante más potente jamás creado, con una pila de hidrógeno capaz de proporcionar 1,5 megavatios de energía. En estos momentos, la batería más grande de esta clase sólo genera 0,25 megavatios.
Esta capacidad energética es necesaria para el objetivo final de LTA: cruzar enormes distancias con grandes cargas desde sus bases en California, Ohio o Nevada.
¿Una aeronave secreta?
No se conoce mucho más sobre el diseño y características técnicas de las aeronaves de LTA, que todavía son un secreto celosamente guardado. Solo se ha filtrado su misión y algunas piezas de su tecnología registradas en patentes o sugeridas en sus ofertas de empleo.
De hecho, la compañía de Brin tiene un gran número de puestos abiertos en estos momentos que van desde técnicos de pruebas e ingenieros de materiales hasta programadores y un gerente del programa de hidrógeno. Este último será el encargado de dirigir el desarrollo de esa pila de hidrógeno vital para satisfacer sus especificaciones operativas.
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Cumplir con los objetivos de capacidad de transporte y autonomía son cruciales para cumplir con la misión que Brin quiere dar a estas máquinas: llevar ayuda a zonas afectadas por desastres humanitarios a un costo muy reducido.
Según Brin, LTA se encargará de proveer de un sistema de distribución de ayuda global a la fundación que tiene dedicada para asistir en este tipo de desastres, llamada Global Support and Development (GSD), cuyas oficinas están convenientemente cerca de las de LTA en Mountain View, California.
También se ha ventilado que los dirigibles de LTA no serán como el Hindenburg, la aeronave más grande jamás construida junto con su gemela, la Graf Zeppelin. El Hindenburg acabó destruido en llamas el 6 de mayo de 1937 sobre los campos de Mánchester Township, Nueva Jersey, acabando con la vida de 35 personas a bordo más un miembro del personal de tierra.
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La Unión Europea y Airbus están investigando esta tecnología para reemplazar la propulsión basada en el petróleo. Su máximo competidor, el Boeing, se muestra más cauteloso y afirma que «no tendrá aviones de hidrógeno hasta 2050».
De tener éxito, los esfuerzos de LTA podrían cambiar el transporte de larga distancia. Sobre todo debido a que las nuevas generaciones parecen favorecer la vuelta a un viejo medio de transporte que, aunque sean más lento, es mucho más sostenible y espacioso que los aviones actuales.
Redacción I Jhonattan González